martes, diciembre 31, 2019

15X15 ELEGIDOS 2004-2019 (PLAYLIST)

Miriodor

El 10 de septiembre se cumplieron 15 años desde la publicación inaugural de este blog, y lo celebramos con una playlist que recopila 15 temas extraidos de algunos de los mejores álbumes editados durante esta década y media.

Este mes de diciembre que termina, además, ECM Records —tal vez el sello discográfico independiente más importante e influyente de nuestro tiempo— cumplió su 50° aniversario. A modo de homenaje, por su invalorable aporte a la música en este medio siglo, incluimos en la playlist, como bonus track, un tema del álbum Prezens (ECM, 2007), del “supergrupo” formado por David Torn, Tim Berne, Craig Taborn y Tom Rainey.

jueves, octubre 10, 2019

EL HOMBRE ESQUIZOIDE DEL SIGLO XXI 50


Puntualmente cincuenta años atrás, el 10 de octubre de 1969, vio la luz “21st Century Schizoid Man”, el tema que abría el primer álbum de King Crimson, In The Court Of The Crimson King, y producía un impacto revolucionario en la escena del rock.

Desde su título —ayer premonitorio, y hoy pareciera hecho realidad—, introduce el tono distópico que las letras, cantadas por un joven e inspirado Greg Lake, despliegan con crudeza e ironía. La música, por su parte, aporta guitarras y saxos aullantes y un ritmo frenético. Precursor de subgéneros como el rock progresivo y el heavy metal, es también una muestra temprana —y no por ello menos madura— de la fusión del free jazz y el rock. Y su enorme influencia se sigue sintiendo en la actualidad.

Versión original (imagínense escuchando esto por primera vez en 1969, cuando todavía reinaban la psicodelia y The Beatles...)

Versión reciente con la formación actual de la banda (¡heavy metal de etiqueta... y sin headbanging!)













El martes pasado, en el Luna Park, sonó especialmente furioso. Fue soberbio... conmovedor…

jueves, julio 25, 2019

YES YES 50 



Hace exactamente cincuenta años, el 25 de julio de 1969, Yes lanzó su primer álbum, Yes.
Aunque la banda viene celebrando desde el año pasado el 50° aniversario de su formación, recién hoy se cumple el quinto decenio de su grabación inaugural.


El primer tema (así comenzó todo).

Con marcados toques de psicodelia y jazz, Yes muestra a un grupo con una madurez precoz, después de tan sólo unos pocos meses de ensayos, conciertos y trabajo en el estudio. El sonido tiene una vivacidad y las canciones, una lozanía, que parece que no ha pasado el tiempo desde entonces. Sorprenden como arreglistas en los covers y no defraudan en los temas propios: ya exploran y amplían la forma canción, aquí mayormente a través de la improvisación. Estructuras expansivas más complejas serían luego su marca de fábrica.


El cover que más me gusta (tema de Stephen Stills, grabado originalmente por Buffalo Springfield, el grupo de Stills con Neil Young). Incluido en el segundo simple extraído de Yes (junto con “Looking Around”).

En Yes, la maleable voz de Anderson con su timbre característico, el bajo potente y serpenteante de Squire y la precisión y la espontaneidad de Bruford en la batería (los tres, además, en el rol de compositores) van perfilando la personalidad musical de Yes, esa original alquimia que sumaría más adelante los aportes de Howe, White, Wakeman y Moraz, y alcanzaría cotas artísticas inigualables en el rock progresivo.


En este otro inspirado cover (esta vez, un tema del musical West Side Story, de Leonard Bernstein y Stephen Sondheim, incluido en el primer simple junto con “Sweetness”), Anderson canta premonitoriamente: “Could it be, yes it could/ Something´s coming, something good/ If I can wait/ Something´s coming/ I don't know what it is/ But it is gonna be great”

Y aquí un atisbo de lo que vendría…

Es muy emocionante volver a escuchar esta música desde el “futuro”, cinco décadas después. Y percatarse de que el germen de todo lo que haría la banda estaba, de alguna manera, en Yes… Desde estos incipientes logros, el desarrollo posterior de Yes resulta simplemente admirable.



Da gusto verlos tocar en aquella primera época. Tan traviesos y enérgicos… tan inexpertos y con tanto potencial… 

viernes, enero 11, 2019

10 (+1) ELEGIDOS DEL 2018

Algunos de los álbumes editados el año pasado, que me han interesado particularmente, listados en orden alfabético.


Jack O' The Clock (foto de Carly McLane)

1. Laurie Anderson & Kronos Quartet: Landfall


2. John Coltrane: Both Directions at Once: The Lost Album


3. Elina Duni: Partir


4. Far Corner: Risk


5. Peter Garland: The Landscape Scrolls


6. Jack O' The Clock: Repetitions Of The Old City - II


7. Peggy Lee: Echo Painting


8. René Lussier: René Lussier Quintette


9. PinioL: Bran Coucou


10. Pram: Across The Meridian





(+1) Yes: The Steven Wilson Remixes (reedición del año)

viernes, octubre 26, 2018

KING CRIMSON INDISCIPLINADO 2018

Nueva versión de "Indiscipline" (del álbum Discipline, de 1981), por la actual formación de la banda, con tres baterías (¡vaya monstruo!).

domingo, septiembre 30, 2018

DESPUÉS DE 11 AÑOS, ¡VOLVIÓ PRAM!



Across The Meridian, un inesperado nuevo “cochecito de bebé”, enriquece el universo musical de Pram, siempre frágil, excéntrico, naíf, enigmático…

Aquí, el delicioso video de “Shimmer and Disappear”.

domingo, agosto 26, 2018

LA DESESPERANZA ESPERANZADA


A través de las nuevas composiciones de Mike Johnson para Hoping Against Hope, el más reciente álbum de Thinking Plague, la banda explora el paradójico y fecundo concepto sintetizado en el título, reflejo de los tiempos convulsionados que vivimos.

Hay algo adorniano en el planteo conceptual de Johnson. Me recuerda aquella frase intensa, profunda, que Theodor W. Adorno deslizó como al pasar en un aforismo de Minima moralia: “Pues no existe belleza y consuelo alguno más que en esa mirada que se dirige al horror, le hace frente y sin aminorar la conciencia de la negatividad persevera en la posibilidad de lo mejor” (1). Esa mirada que encierra, contra todo pronóstico, un anhelo inextinguible: “la esperanza de que la injusticia que atraviesa este mundo no sea lo último, que no tenga la última palabra” (2), según su amigo Max Horkheimer.

Thinking Plague se enfrenta al estado de cosas reinante con perplejidad y valentía, aceptando el desafío que plantea y dando forma artística a las posibles respuestas, como modo de conjurar las externalidades del mundo de hoy. Este extraño mundo nuevo donde el militarismo y la inteligencia artificial garantizan tanta eficacia y exactitud en el ataque a los objetivos como en la producción de víctimas colaterales, donde la verdad cede ante la posverdad, donde arrecia el fundamentalismo religioso, donde el consumismo corrompe a las personas y degrada el arte… Johnson enhebra estas ideas a través de las tramas musicales abigarradas de la banda, alumbrando lo que podría describirse como un ciclo de canciones para voz, instrumentación de rock, vientos, acordeón y piano, que guardan una unidad conceptual (3).

Estas canciones exhiben un carácter marcadamente político, aunque eluden la altisonancia de un pesimismo militante y proponen una instancia de reflexión constructiva. Veo allí un calmo escepticismo, que va más allá de la mera queja o repulsa al procurar una suerte de registro documental: al reflejarlo, el mal se expresa por sí mismo y nos motiva a reflexionar sobre él. Esto se advierte especialmente en “Commuting to Murder” y también, en parte, en “The Echoes of Their Cries”, donde la ligereza y la cualidad melódica de algunos pasajes musicales no hacen más que resaltar, por contraste, la densidad o la crudeza aséptica del relato. “The Great Leap Backwards” ofrece una observación sociológica, que se emparenta con la crítica dialéctica adorniana: “When commerce swallows culture/and excess is the only/aim of human endeavor,/ then art is consumption,/and life is a wasteland!” En cambio, la primera persona, con su carga emocional, aparece en el tema “Hoping Against Hope”, en el que el narrador espera en vano “that wisdom can kill the worm/that eats away our dreams,/ our humanity”, para terminar con la frase “Donc, après nous le déluge” (4). También, en “A Dirge for the Unwitting”, donde una víctima de las promesas del martirio se convierte en victimario y dice: “Now I am become death,/ the shatterer of worlds” (5).

Al igual que en su anterior álbum Decline and Fall (2012), es nuevamente Elaine Di Falco quien presta su voz a las letras escritas por Johnson (y por ella misma, en dos temas), y aporta la expresividad requerida por cada composición con notable versatilidad. Sus líneas vocales, asimismo, funcionan como un instrumento más dentro del entramado musical. A Di Falco se la nota más confiada en este repertorio, muy exigente pero tal vez más adecuado a su timbre y tesitura, y logra dominar con destreza las intrincadas partes melódicas y rítmicas compuestas para ella, con registros extremos, saltos interválicos amplios y contrapuntos con las líneas instrumentales propiamente dichas.

En Hoping Against Hope encontramos una escritura camerística despojada mayormente de artificios tecnológicos de estudio, otorgando prevalencia a los timbres propios de los instrumentos. La manipulación sonora electroacústica da paso aquí a una música escrita y arreglada municiosamente para cada instrumento, que suena como si estuviera grabada en vivo. Las texturas se perciben más límpidas y ventiladas, merced a una meticulosa grabación y una producción muy precisa. Las tramas tienden a ser también más homogéneas y orgánicas, como resultado de un enfoque composicional que, por un lado, privilegia texturas grupales homófonas y, por el otro, regula el impacto de la segunda guitarra (a cargo del nuevo integrante, Bill Pohl) en favor de los timbres acústicos, lo que no impide que haya secciones eléctricas de gran potencia. Al mismo tiempo, notamos un destacado y más amplio empleo de la percusión, desde el aislado y leve tono del glockenspiel hasta la sonoridad masiva de la batería, recursos en ambos casos muy bien explotados en términos de dinámica y con un claro sentido orquestal. Además, en este álbum hay varios pasajes de relativa estabilidad tonal y regularidad rítmica.

Más allá de estas novedades, seguimos reconociendo en Hoping Against Hope los gestos que singularizan la música de la banda: el eclecticismo estilístico y la complejidad rítmica; la densidad contrapuntística y las melodías angulares, y, sobre todo, esa distintiva voz femenina, entre oscura y angelical. Tampoco faltan las resonancias de compositores admirados por Johnson, como Shostakovich (“Thus Have We Made The World” remite a sus scherzi grotescos) y William Schuman (el cromatismo y la politonalidad). En fin, y según la describí en una anterior oportunidad, una música cerebral, rigurosa, aunque con el suficiente nervio y convicción para llegar a sorprender, estremecer y emocionar como pocas en la escena progresiva y —agregaría hoy— en el contexto más general de los ensambles de cámara experimentales.

Puse mi granito de arena para que este álbum fuera posible (Johnson lanzó una colecta a través de Kickstarter e hice un modesto aporte). No esperaba nada a cambio, salvo que la banda lograra grabar y producir una nueva obra, que siempre se hace esperar, pero recibí mucho: Hoping Against Hope es una renovada muestra de la generosidad artística de Mike Johnson, con su inclaudicable espíritu independiente en pos de una rara belleza, pródiga y fiel a sí misma.



Notas

(1) Theodor W. Adorno, cit. en Vicente Gómez, El pensamiento estético de Theodor W. Adorno, Madrid, Cátedra, 1998, p. 161. Prefiero esta traducción de Gómez a la contenida en la edición de Minima moralia publicada por Akal (Madrid, 2004, pp. 29/30).  

(2) Max Horkheimer, Anhelo de justicia. Teoría Crítica y religión, Madrid, Trotta, 2000, p. 169.

(3) No creo equivocarme si afirmo que Thinking Plague es la más significativa entre las bandas progresivas que hoy trabajan a partir de la forma canción. Es heredera de la fértil progenie iniciada en 1975 por Desperate Straights, de Slapp Happy/Henry Cow, y su secuela In Praise of Learning. Hace unos años, al reseñar un concierto de John Greaves en París, hablé de ese nuevo subgénero que Greaves y Peter Blegvad terminaron de definir con Kew. Rhone. (1977) y que venía ya delineándose, por un lado, en los álbumes de Robert Wyatt desde Rock Bottom (1974) y, por el otro, en los de Carla Bley (Tropic Appetites, de 1973) y Michael Mantler (No Answer, de 1973, y The Happless Child and Other Inscrutable Stories, de 1976, con Wyatt) —Bley y Mantler también participaron en Kew. Rhone.—. A partir de allí, se originó una verdadera corriente estilística que se enriqueció con la obra de bandas como Art Bears, News from Babel y, más recientemente, Science Group (todas ellas formadas por ex miembros de Henry Cow), y las colaboraciones de Amy Denio con Curlew y George Cartwright (A Beautiful Western Saddle y The Memphis Years), sin olvidar los trabajos siguientes de Greaves/Blegvad, Wyatt y Mantler. Menos conocidos son los desarrollos de lo que podríamos denominar la “Escuela de Denver”, formada por 5uu´s, Motor Totemist Guild, U Totem y, precisamente, Thinking Plague. Este subgénero, tal como quedara configurado inicialmente, puede considerarse un punto de encuentro de la tradición iniciada por Pierrot Lunaire de Schoenberg y Les noces de Stravinsky, el rock progresivo y el free jazz, con la entartete musik (“música degenerada”, aquella que fuera censurada por el Tercer Reich) de Weill, Krenek y Wolpe. Con un acento equivalente en lo instrumental y lo vocal, la música resultante es extremadamente ecléctica y caracterizada por el cromatismo, la atonalidad y la libertad rítmica y tímbrica. Las líneas vocales favorecen la declamación y el uso no convencional de la voz, mientras que las letras, que suele apartarse de la forma estrófica, se beneficia con un tratamiento literario cuidado. No dudaría en calificar este novedoso abordaje como una modernísima evolución de la canción de cámara. 

(4) En francés, “Entonces, después de nosotros, el diluvio”. Se adjudica a la marquesa de Pompadour haber formulado esta afirmación en 1757, a propósito de la derrota de Francia en la batalla de Rossbach frente al ejército de Federico II de Prusia, inferior en número. Peter Sloterdijk sostiene que, si “la humanidad de nuestros días en los «países más desarrollados» —abstengámonos por un instante de comentar la expresión— fuera capaz de ponerse de acuerdo en una única frase que expresase sus sentimientos, probablemente repetiría la ocurrente observación atribuida a la marquesa de Pompadour: après nous, le déluge” (Los hijos terribles de la Edad Moderna, Madrid, Siruela, 2015). Entre otras lecturas, Sloterdijk encuentra en esta frase un síntoma de la indiferencia y la irresponsabilidad por el futuro.

(5) Johnson retoma aquí el fragmento del Bhagavad-Gita, popularizado por J. Robert Oppenheimer: “Now I am become death, the destroyer of worlds”. Oppenheimer dijo haberlo recordado cuando presenció la primera detonación de una bomba atómica, en el desierto de Nuevo México el 16 de julio de 1945, pocos días antes de los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki. He leído que existen traducciones al inglés del texto original en sánscrito donde “destroyer” es reemplazado por “shatterer”, como en la versión elegida por Johnson. Más allá de las interpretaciones posibles de este fragmento, tanto en el contexto del Bhagavad-Gita como en el contexto en el que fue citado por Oppenheimer, creo que es sumamente interesante su inclusión al final de “A Dirge for the Unwitting”. Mientras en Oppenheimer parece expresar la fatalidad de su descubrimiento y el dilema moral que ello encierra, en boca del aquí victimario reflejaría su toma de conciencia de haber adquirido un poder omnipotente para ejecutar una misión divina inexorable, fuera de todo control terrenal y al margen de todo límite ético.