Robert Fripp con G3: una gran incógnita
A la incredulidad en la que quedamos sumidos cuando se difundió la noticia de que G3 estaba girando con Robert Fripp y que darían un concierto en Buenos Aires, siguió -al cabo de ese concierto- una sensación de total perplejidad ante la ínfima e intrascendente participación que allí tuvo el cerebro de King Crimson.
Quizás, ello se deba precisamente a lo inverosímil del proyecto. Como fuera, quienes no quisimos perdernos la oportunidad de apreciar a este formidable guitarrista y compositor, no podemos evitar preguntarnos qué llevó a Fripp a integrarse a este improbable trío junto a Satriani y Vai. Porque estos dos músicos, a pesar de sus dotes técnicas, se encuentran de alguna manera en las antípodas de Fripp, por su complacencia con la frivolidad pop, por la postura del “guitarrista heroico” que explotan y por anteponer el virtuosismo a las ideas musicales. Es indudable que el derroche efectista de acrobacias sonoras al que son tan afectos Satriani y Vai -y al que, por lo general, se reducen sus aportes- no condice con la visión de un verdadero genio artístico como Fripp.
La elección para la primera aparición de Fripp de sus soundscapes, fue tan acertada en cuanto serena introducción a un por demás ruidoso concierto, como elocuente en tanto muestra del divergente universo estético que lo separa de Satriani y Vai; en fin, casi una broma para enardecer a un auditorio mayormente entusiasta de estos últimos. Hasta aquí, una brevísima (no alcanzó los 20 minutos) aunque atractiva intervención.
Después del extenso set de Vai y hacia el final del igualmente extenso de Satriani, Fripp se sumó a éste para acompañarlo en un par de temas desde las sombras de uno de los rincones del escenario. Su contribución fue musicalmente irrelevante, visualmente inexistente y prácticamente inaudible.
Lo peor estaba aún por venir y llegó con el clásico jam de cierre de G3. Nuevamente en la oscuridad, lo de Fripp –esta vez exhibiendo su costado más intenso- quedó relegado a efímeros solos, que hubieran resultado de algún interés si se hubiesen podido escuchar (el sonido dejó mucho que desear durante todo el concierto). Entre los temas versionados en este segmento, figuró Red, lo que puede considerarse como la mayor concesión que los anfitriones hicieron al invitado. Sin embargo, la participación de su creador resultó avasallada por la omnipresencia de Satriani y Vai.
Parece claro que los dueños de G3 son Satriani y Vai, que a ellos les está reservado todo el protagonismo y que el tercero de turno es una mera excusa para potenciar el vedettismo de ambos. Ahora bien, qué tiene que ver Robert Fripp con todo esto es una gran incógnita.